Años 60

Al principio de su carrera, y para dominar los códigos, Haroldo tanteó el cubismo, muy pronto adquirió la soltura para hacer de la línea y los planos de color saturado, los elementos plásticos que lo aproximarían al Pop, con frescura y dinamismo, incorporando el collage en recortes referidos a iconos cinematográficos de la época dentro de una figuración que optimizaba la crepitante realidad. Son pocos los cuadros en ese registro que perduraron o a los que actualmente se pueden ubicar. En ellas se puede observar la transición hacia el conceptualismo que iría a predominar en la siguiente etapa. La modalidad serial será una de las características de Haroldo González. La otra, la que signará un estilo, un rasgo distintivo e identificable, la composición dividida en dos partes, hacia la derecha e izquierda, o arriba y abajo. Ese dualismo plástico significa también un desdoblamiento conceptual, la bipartición unitaria.

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“El Uruguay de ayer y el de hoy, los viejos mitos, y esta realidad actual, el fútbol, la quiniela, las luchas populares y la represión. Este es el “material” que sirve de base a Haroldo González para darnos su testimonio plástico. Utilizando las convenciones del lenguaje publicitario, con sobriedad de medios, con símbolos fáciles de captar, con un color más rico y “franco” que en sus obras anteriores – manejaba hasta ahora una gama muy peculiar, sin duda voluntariamente irritante- con la cuota necesaria, además de dramatismo y de humor. Opta por la simplicidad, por los contrastes más “objetivos” de objetos representativos y situaciones, logrando por esta vía –dentro de los límites- por supuesto, de lo que parece haberse propuesto: una participación, también en términos plásticos, en nuestra realidad, y una comunicación directa, inmediata- un resultado muy apreciable y efectivo”. (Olga Larnaudie, Pintura: Uruguay 70,  El Popular, agosto 23 de 1970)..